viernes, 10 de febrero de 2017

JUAN DE URBIETA el soldado español que apreso a Francisco I rey de Francia




JUAN DE URBIETA el soldado español que apreso a Francisco I rey de Francia




Hasta entonces era un anónimo. Uno más de los muchos soldados que en el siglo XVI defendían los intereses españoles en una de las muchísimas batallas que por aquel entonces se desarrollaban contra las otras potencias. Nos situamos. Estamos en el año 1525, el día 24 de febrero. El lugar, los campos de Pavía, en Italia. Por aquel entonces el gran enemigo era Francia y al frente de su gobierno, su rey, Francisco I. Nuestro protagonista, de origen guipuzcoano, se llamaba Juan de Urbieta. 


Urbieta había nacido en Hernani en tiempos de los Reyes Católicos y, después de servir como criado en la Casa de los Artola, durante su estancia en San Sebastián consideró que la mejor forma de defender a su país era comenzar con la carrera militar. Pronto fue a luchar a Italia. Se encontraban en aquel entonces los franceses rodeados territorialmente por las posesiones del emperador Carlos I y trataban de hacerse con territorios de la actual Italia. Dentro de esta guerra resulta especialmente significativa esta batalla de Pavía en tanto que supuso una de las capturas más sobresalientes de toda la historia de España. Nada menos que la figura central del enemigo. El mismo rey de Francia.


Como es normal en estos casos en los que el tiempo, por un lado, y la vanidad de quienes participaron en el acontecimiento, por otro, enturbia tanto la realidad de lo sucedido, son diferentes las versiones de los hechos y variables los actores de la misma. Lo que parece claro es que el soldado vasco estuvo allí, y fue figura central en la captura. Se tiende a considerar como fuente más fiable los escritos de Prudencio de Sandoval, ya que refiere las palabras de un testigo presencial en los hechos, Juan de Oznayo. Parece ser que en un envite de la batalla, el rey Francisco I se encontró prácticamente solo, a caballo, y trató de huir por un puente que cruzaba el río Tesino “cuando un arcabucero le mató el caballo, y yendo a caer con él, llegó un hombre de armas de la compañía de Don Diego de Mendoza –llamado Juanes de Urbieta (…)– y fue sobre él al tiempo que el caballo cayó. Y poniéndole el estoque al costado por las escotaduras de las armas, le dijo que se rindiese”. Es de imaginar la gran sorpresa que sufrió al saber que acababa de capturar al monarca de la todopoderosísima Francia, cuando a buen seguro que en principio no pensó que tuviera bajo su estoque a un personaje de tan alta ralea.


Cierto es que la tradición, que es la que manda casi siempre en el recuerdo popular, ha otorgado todo el mérito y la fama del prendimiento al susodicho Urbieta, pese a que otras versiones refieren el protagonismo o al menos la participación de otros compañeros de armas. Y esto parece confirmado por el hecho de que Carlos I otorgó también privilegios a los soldados Juan de Aldana, Diego Dávila y Alonso Pita.  No en la medida en que se le concedió a Urbieta, cuyo ascenso a capitán de caballería y el ingreso como caballero en la Orden de Santiago, deja bien a las claras el aprecio regio por su hazaña. Y quizá no haya mejor descripción de tal acontecimiento, sin duda casual, pero que indudablemente cambió radicalmente su vida que representaciones del escudo de armas con que fue honrado: en él mismo el las campo verde y el río encarnan al lugar donde fue hecho preso Francisco I; junto a ellos medio caballo en cuyo pecho domina una flor de lis con corona, el símbolo de la monarquía gala; un brazo armado con el estoque levantado representa la detención realizada con éxito por Urbieta.



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